El Gran Destructor de Empresas: Masacre de negocios

 

En una época donde los avances tecnológicos toman terreno más rápido que nunca, y las nuevas tecnologías permiten reemplazar plantillas laborales de cientos de personas por apenas una decena, es necesario prestar atención a las formas de consumo y las nuevas necesidades de los clientes.

 

Informarse de los cambios y mantenerse en movimiento, fluctuando entre los distintos panoramas, es esencial.

 

Adaptarse o desaparecer, una ley que, al no obedecerse, ha culminado en la desaparición de grandes titanes empresariales en el mundo. En las últimas décadas, empresas si no grandes, las mejores en sus respectivos ámbitos, han desaparecido y declarado bancarrota en lapsos de tiempo minúsculos.

 

Kodak, Blackberry, Blockbuster y muy pronto, quizá, General Motors son ejemplos evidentes de esta situación, en especial los casos de Blockbuster y Blackberry.

 

Blackberry, una empresa canadiense que fue la compañía con mayor crecimiento de su tiempo y que consiguió logros empresariales que ninguna otra compañía había conseguido, quebró en un abrir y cerrar de ojos.

 

La razón: Apple; otra empresa que solía producir computadoras por aquel entonces y presentó un nuevo producto: el iPhone, el primer teléfono móvil en ser completamente táctil y que causó sensación entre el público. Blackberry consideró al iPhone como una moda pasajera, pues su celular, hasta ese momento, se vendía entre los más altos empresarios debido principalmente a la comodidad de su teclado completo y a las distintas aplicaciones exclusivas que eran creadas para el dispositivo.

 

Sin embargo, pronto se darían cuenta que ignorar este cambio en el mercado había sido un error grave, decidieron conservar su modelo de celular aferrándose al modelo que conocían y así pasó mucho tiempo hasta que notaron la gran pérdida de compradores.

 

Para cuando Blackberry decidió a crear sus teléfonos táctiles, queriendo actualizarse en el mercado, era demasiado tarde. Los únicos clientes que tenía eran aquellos quienes preferían tener un teclado completo y una pantalla más pequeña. Evidentemente, una vez realizado el cambio, Blackberry terminó de perder a todos sus clientes pues el iPhone ya había tomado el mercado y abandonó activamente a aquellas personas leales a comprar un Blackberry por su teclado.

 

La resistencia al cambio, la falta de actualización y el trote apresurado en la carrera de avances tecnológicos dejaron atrás a Blackberry y pasó de ser la empresa prodigio en telefonía a “nada”.

 

Por otro lado, Blockbuster sufrió el mismo caso, un cambio en el modelo de negocios que se manejaba en entretenimiento debido a la modificación de las formas de consumo ocasionado por las nuevas tecnologías; un escenario que Blockbuster no quiso ver. Kodak fue exactamente lo mismo.

 

Los avances tecnológicos pueden producir quiebres de titanes empresariales, pero también brindan oportunidades. Inversiones pequeñas pero inteligentes pueden impulsar una plantilla de 10 o 15 personas a convertirse en una empresa valuada en millones (véase el caso de Instagram, una empresa fundada por no más de 9 personas que alcanzó cifras millonarias en ingresos).

 

¿Y cómo podemos estar al tanto? La relación con el cliente hoy es más importante que cualquier cosa en el mundo de los negocios. Saber cómo consumen, qué consumen y porqué consumen es esencial; y ahora es más que sencillo, precisamente gracias a los avances tecnológicos que incorporamos en nuestra vida diaria.

 

Pero la que deberíamos realizar es “¿Cómo podemos usar estos avances en favor de nuestras empresas?” Y no sólo realizar esta pregunta, sino implementar su respuesta. Los negocios, hoy, se construyen a partir de implementaciones continuas de las respuestas a esta pregunta. Ensayo y error, prueba tras prueba. Las empresas deben ser más volátiles… sin caer en lo exagerado.

 

Además, no sólo hablamos de desarrollo y actualización de empresas, sino también de uno mismo como persona activa en el mundo de los negocios. Una persona puede crecer su presencia a partir de un par de aplicaciones de su teléfono móvil. Y se deciden subestimar como si fueran “una moda pasajera”. Si no queremos convertirnos en un Blackberry a nivel persona, será mejor que dejemos de subestimar todo lo que se desarrolla a nuestro alrededor y aprendamos a surfear entre las olas de continuos cambios.

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