¿Es la tecnología digital la solución de las empresas?
No se trata de tener el mejor equipo, si no de usar los recursos de la mejor manera.
Después de leer la quinta edición de la revista digital “ La semana de la Educación ”, donde se abordó los desafíos de la tecnología para revolucionar la enseñanza y el aprendizaje hay que cambiar de modelo para sacar el mejor provecho.
La influencia de la tecnología es innegable. Desde hace ya varios años ha estado presente en nuestras actividades con el objetivo de enriquecer y renovar la experiencia del aprendizaje y actualmente vive el auge de las tabletas y los computadores y los Samrtphones. Según el Ministerio de las Tecnologías de la Información y la Comunicación, en los últimos cuatro años se han entregado 200 millones de equipos nuevos, pero más allá de este ejercicio de dotación cabe preguntarse cómo han incidido las nuevas tecnologías en la calidad del resultado.
El debate ha sido extensamente planteado: las herramientas por sí solas no son suficientes ya que tienen que cumplir alguna función. Las empresas no tendrán mejores resultados o los empleados mayor eficiencia solo porque los departamentos cambien las fotocopias por un nuevo programa. Se necesita un cambio en el modelo operativo que incluya la capacitación hacía nuevos objetivos.
Un artículo de la revista norteamericana Forbes concluye que los verdaderos protagonistas de la transformación de la capacitación serán los instructores y no solo la nueva tecnología. No se trata de tener el mejor equipo sino de usar los recursos de la mejor manera para cumplir un objetivo específico. Por eso, si se pretende que la tecnología marque una diferencia en los procesos, esta deberá ajustarse a las necesidades de la empresa y sus operadores para permitirles ser sujetos activos de su propio aprendizaje, explica la publicación.
Bob Harrison, maestro y asesor en educación de la empresa Toshiba, sostiene que las nuevas tecnologías no han revolucionado los métodos de aprendizaje sino que han reforzado los modelos pedagógicos tradicionales. Por eso no se puede afirmar que invertir en herramientas tecnológicas necesariamente mejorará la calidad operativa. Por ejemplo, una presentación animada en Power Point le puede dar un nuevo aire a las presentaciones, pero mantiene el esquema de un empleado que es dueño de un conocimiento y que lo entrega a un grupo de clientes. Este hace que el empleado siga siendo un receptor pasivo de su capacitación y no un aprendiz activo. De ahí que el uso eficiente de estos instrumentos sea tan importante, pues allí está la clave para conseguir mejores resultados.
Harrison también afirma que se necesitan estrategias para que los empleados, que están a la vanguardia en el uso y apropiación de las herramientas tecnológicas, y que usen estas habilidades para aprender y no solo para entretenerse. Martin Blows, director del programa de aprendizaje en línea del National College For Teaching and Leadership del Reino Unido, recomienda cinco formas de usar la tecnología en la capacitación positiva: 1). Atrapar a los involucrados a través de la mezcla de diferentes medios disponibles en tabletas smartphones y computadores. 2). Cambiar el modelo tradicional de usar estos instrumentos. 3). Darle el control a los involucrados sobre su propio aprendizaje. 4). Invitarlos a usar la tecnología para profundizar en los temas que les interesen. 5). Impulsarlos para que lleven su capacitación más allá del trabajo.
En la misma línea, John Hyun Kim, una de las cabezas del proyecto sobre Educación Pública y Liderazgo en la Universidad de Harvard, planteó que el diseño de las empresas no ha cambiado en los últimos 100 años y que sigue vigente un modelo que busca homogenizar a los empleados, cuando debería explorar lo que debe aprender cada uno y la manera de hacerlo. La tecnología podría detectar las necesidades individuales de las personas y su propio método de aprendizaje.
“ ¿Qué tal si la tecnología pudiera preparar las clases para que ellos mismos reciban las lecciones que necesitan? ”, se preguntó Kim. Esta idea es una realidad en el School of One, una institución en Nueva York que asesora a cada participante y le entrega un horario de diferentes cátedras en distintos lugares, dependiendo de su propia manera de aprender.
Los instructores deben trabajar y capacitarse para tener la suficiente confianza y las competencias necesarias para redefinir la manera en que enseñan y así explotar el potencial de las herramientas tecnológicas con las que cuentan.
Según Jordan Shapiro, profesor y colaborador de Forbes, los instructores deberían acoger estas tecnologías para que sus participantes aprendan más y mejor, “ pero deberíamos hacerlo porque es útil y funciona, no por el bien de la obsesión por el progreso y la innovación ”, afirma.
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